La humanidad siempre ha volteado hacia la noche estrellada y ha encontrado todo tipo de respuestas y señales. Desde todas las divinidades con las que se pobló el cielo hasta los presagios funestos de eclipses y cometas.
Siglos de observación nos han llevado a encontrar una manera de estudiar los objetos celestes a través de las matemáticas: la astronomía. Hemos inventado instrumentos que detectan lo invisible o que viajan en el vacío rumbo a destinos de polvo y luz. Pero todo este conocimiento no tiene sentido si lo acumulamos en la gavetas de grandes edificios. De nada sirve nuestra pasión si no la compartimos.
En la Noche Estelar entendemos la ciencia como parte del entorno colectivo y la hemos explorado desde el cine, el rock, la fotografía, la comedia, el circo, la ópera, la nutrición o la poesía. Queremos conjugar el conocimiento académico con todas las expresiones humanas posibles. Que la gente en la calle sepa de qué están hechos los anillos de saturno o que sientan una gran emoción al saber que una pequeña máquina logró descender ¡en un cometa!
Para quienes formamos parte de la Noche Estelar, la exploración del Universo es una oportunidad de explorar la propia naturaleza humana. Somos polvo de estrellas y las estrellas nos apasionan.